Páginas

miércoles, 27 de abril de 2011

Fútbol.

No me gusta el fútbol pero lo entiendo. Comprendo las reglas, sé de qué se trata aunque lo encuentro ridículo.
No me molestaba que viera su fútbol, porque sabía que se trataba de algo más allá del simple orgullo, y de ser un hincha fanático. Que era una cuestión de sangre, tradición de generación en generación, de ADN,  y de política social, económica y cultural, de raíces, de orgullo de casta, de mil cosas que van más allá del simple hecho de meterle goles al oponente. Es un asunto de honor y honra. 
En cada encuentro que hay entre el R.M. y el B. se traduce en una clase de lucha de ideales. Cuando gana el B. es como si la región completa le ganara a la capital política del país, una  que esquilma y abusa de los habitantes de las regiones económicamente más productivas del país, y el retorno en beneficios sociales es mínimo o casi nulo, no se nota.
Cómo me podría haber molestado por eso?

Siempre estaré del lado de quien dé la pelea que me parezca más justa,  la que se dé en defensa de la libertad e independencia por una idea o de un sistema entero.

Yo quiero que gane el B.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario