Páginas

martes, 19 de abril de 2011

El resto de mi vida.

Me siento tan rara. De algún modo siento que todo se desmorona a mi alrededor pero al mismo tiempo, que estoy a salvo.
El mundo se está cayendo a pedazos, las amenazas parecieran venir por todas partes, hasta del espacio exterior. La vida que conocíamos está cambiando. 
Para quienes son creyentes, ya no sé si incluirme en el grupo, la Parusía se aproxima. Es el principio del fin.
Y tal vez seamos testigos de cómo acaba todo lo que hasta ahora estábamos acostumbrados.
Pero al mismo tiempo me da igual. Quizás sea una fase apática por la que estoy atravesando como secuela a los eventos recientes de mi vida. 
Siempre he pensado que por mucho menos, si fuese diferente, me habría vuelto una kamikaze por despecho, alcohólica o adicta a algo que sólo me hiciera perder la conciencia de mí misma, que me hiciera olvidar los recuerdos lindos que ahora sólo me causan dolor.
Por qué el ser humano tiende a olvidar, a perderse de sí mismo, atacando lo único mejor que tiene, su cerebro? 
Por qué al primer escollo que nos resulta insalvable tendemos a sólo querer olvidarlo atentando contra la propia integridad, queriendo atontar, adormecer hasta la incosciencia a la propia mente, como si negando el problema dentro de la cabeza pudiese desaparecer de la realidad? En vez de enfrentar el dilema cara a cara hasta agotar todas las posibilidades para resolverlo. Bueno, y si no se puede, al menos se hizo todo lo posible y eso debiera resultar tranquilizador, al menos.
Yo no quiero continuar así, como en el aire. Quiero tener clara la situación, saber exactamente qué pude haber hecho mal como para que no resultara. Quiero saber en qué fallé. Qué es lo que no debo volver a hacer.Es como dar una examen sin saber jamás los resultados.
No hay nada peor que una situación inconclusa. 
Siempre he sido racional, mi naturaleza es comprensiva, si me explican algo, lo puedo entender, pero no tengo poderes sobre naturales como para poder leer su mente y saber qué le pasa. Lo que me da a entender con su silencio, sólo me hace sentir lo injusto y desmedido que es.
Sé que tengo que hacer lo que tengo que hacer y dejar atrás todo lo demás.
Cada día que pasa sin hacer lo que tengo que hacer, siento que traiciono la promesa de los sueños y la esperanza de un futuro juntos. Aunque de eso ya nada haya, pero dí mi palabra, y eso para mí tiene un significado mayor. Asumí un compromiso, que por cada día que pasa sin cumplirlo, me siento culpable y mal conmigo misma.
Algo tengo claro, por un petardo no echaré el resto de mi vida por la borda.
No dejaré de ser como soy. Mi único modo de resistir es no dejarme vencer por el desánimo que me puede provocar.
Debo recompletarme, reagrupar mis fuerzas dispersas y recomponerme. Volver a ser quier era yo antes de conocerle, a redireccionar mis planes, reacondicionar mis metas de vida. Pero esta vez, con un plus, ahora sé más de mí que antes, aunque aún no tenga muy cristalino qué es lo que quiero de esta vida.
Debo aferrarme a lo que ya sé, a lo que he aprendido a lo largo del camino: 
-Nunca las experiencias deben sucedernos en vano. 
-Que un término es el inicio de un nuevo comienzo, porque la vida es un ciclo, no una recta, según he entendido de las explicaciones de Parise. 

-Los sueños no mueren, sólo se transforman.
Sólo tengo que saber con precisión qué es lo que quiero de la vida. 
Para mí, que siento que mi cabeza funciona como una órbita atómica, es difícil resumir en una sola idea todo lo que me gustaría hacer. Hay tanto que quisiera hacer, la vida es tan vasta y demasiado larga para ser  breve, aunque a veces sintamos que el tiempo se nos pasa volando.




No hay comentarios:

Publicar un comentario