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martes, 28 de diciembre de 2010

De alta, oficialmente.

A pesar de las circunstancias tristes del entorno a la situación misma, en mi lado egoísta me alegré por mí.
Comprobé en carne propia que estoy sana completamente, me puedo dar de alta definitivamente.
Hoy lo vi y como si nada. No se me aceleró el corazón, no me palpitó la carótida. Estoy curada de ese mal de amores.
Hoy me sentí poderosa, mi vuelo es a varios miles de kilómetros sobre el nivel del mar, vuelo muy alto desde hace bastante tiempo. Ya no soy una pájara fácil de atrapar.
Pero por qué, qué hay, que aún siento que algo queda pero sin quedar. 
No me interesa que algo quede porque ya lo di por concluido, oleado y sacramentado, hace mucho rato ya. Pero ese abrazo aún me recordó a otro, menos protocolar, y su voz en mi oído me sonó igual de insinuante aunque las palabras eran otras, unas simples sin mayor importancia, pero en el sonido, similares a otras menos formales. Por qué esa caricia innecesaria, que sobró, pero que a la vez hacía falta,  la sentí como "aún estoy aquí, aún no te he olvidado"?.
Sé que no habrán más palabras que esas que  ahí se dijeron, sin salirse del parlamento de buena crianza y quiero que así sea. 
Está muy bien que quede el agua quieta, no hay para qué remover el fango. No tiene sentido.
Pero no puedo evitar sentir curiosidad sobre qué pensó, qué sintió.
Es hombre, no es muy difícil adivinar qué pensó, pero me pica la curiosidad en el ego por saberlo de primera fuente. Es una tontería, lo sé.
Como la curiosidad mató al gato, y yo no soy un gato. Le hago el quite a la curiosidad y esto es lo último que escribo respecto a este tema que hasta aquí se queda.
No importa las veces que nos volvamos a ver.
Ya estoy bien, ya crié anticuerpos y me siento firme y fuerte como para no recaer.
Estoy de alta, oficialmente.
De eso me alegré a pesar de las tristes circunstancias que rodean la partida de un ser querido.
Feliz viaje, tío C.
Allá nos volveremos a ver, algún día.

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