Páginas

domingo, 7 de noviembre de 2010

Sueños.

Seguir por la vida como con la dirección escrita en un papel o un mapa diagramado como esos que se ven en las películas de piratas en que alguien ha  marcado con una X el lugar en el que se encuentra el tesoro, pero en este caso el tesoro no contiene monedas de oro, ni joyas, sino algo mucho más valioso porque no tiene precio: LA FELICIDAD.
Nunca he sido memoriona, pero ahora deseo no olvidar las palabras de mi maestro, porque siento que es lo único que poseo como brújula para no perder el rumbo, para no extraviar otra vez mi norte.
Qué será primero, olvidarlo todo y continuar la navegación a ciegas, confiando en lo aprendido.
Lo curioso es que no se trata de vivir el sueño de alguien más, sino que mi propio sueño no es muy diferente a aquello que todo quien sabe de qué se trata la vida, sueña.
No soy muy original, mi ambición ni siquiera alcanza para una palabra así, yo diría que sólo alcanza más bien para algo así como: anhelo.  Me siento más cómoda anhelando algo que ambicionando algo.
Y mi anhelo es de lo más normal y corriente que hay: tener una vida normal, tranquila, cómoda, holgada y feliz. Quién no desea lo mismo?
Claro, también me gustaría correr algunos riesgos de vez en cuando para tener algo emocionante y entretenido que contarle a mis nietos o con los que llenar páginas en mi libro de memorias,  hacer alguna que otra locura como volar en alas deltas, bucear entre tiburones, delfines y ballenas, alimentar a un tigre de mi mano, recorrer el mundo en velero, lanzarme un piquero como los clavadistas de Acapulco  o los griegos locos, pilotar un cuadriplaza y cruzar Los Andes ida y vuelta, qué se yo! Cosas que sólo en mis mejores sueños podría realizar.
Pura falta de confianza o de ambición, tal vez ambas cosas.
Lo sé, lo sé. Soy una soñadora empedernida.
Por qué una vez alguien pensó que yo estaría escribiendo una novela en una playa solitaria perdida por ahí en alguna parte del mundo?
A menudo tengo esa sensación, los demás confían mucho más en mis capacidades de lo que yo misma logro confiar en mí misma.
A veces pienso que soy mi propia artillera antiaérea de mis propios sueños.
Y de algún modo contraresto mis sueños fracasados produciendo muchos sueños, innumerables, a ver si alguno logra pasar entre proyectil y proyectil y se convierte en realidad.
Sueño que tengo mala puntería, y que es más de uno el que logra pasar entre el fuego cruzado de mis baterías antisueños.

No hay comentarios:

Publicar un comentario