Páginas

martes, 23 de noviembre de 2010

La Carioca de la vida.

Cuando la vida parece escribirse sola, siento que sólo quiero ser testigo.
Cuando me parece que se necesita una fe de erratas, me comen los dedos por reescribir y enmendar lo que siento no está bien.
Pero cuando las cosas que suceden esperan que yo sea quien dé el primer paso, me tomo al menos mi tiempo para evaluar cuál y cómo será ese próximo paso que necesito dar.
Tengo muy claro cuáles son los próximos pasos, tengo más o menos el naipe armado en mi mano, me faltan algunas cartas que espero me salgan en mi turno desde el maso para completar las escalas, porque esta vez apuesto a las tres escalas, para irme de una y dejarlos a todos arriba, jajajajajaja!!!
Me encantaba hacer eso, todos juntando sus cartitas para bajarse con una escala y un trío o ratoneando con los dos tríos, o dejar arriba a quien estuviera juntando tríos de reyes, ases, queenas y jotas e irme de una con los cuarto tríos o las tres escalas.
Eran buenos esos tiempos en que por las noches de verano nos sentábamos a jugar Carioca en familia, y no faltaba quien se picara cuando perdía.
Yo aprendí  a saber perder cuando fui parte del equipo de Ajedrez del colegio, a dar la mano aún con una derrota insierne, a veces cuando consideraba que había perdido por un error que cometí por atarantarme mucho y tocar una pieza en vez de otra y como la regla es "pieza tocada es pieza movida", me enojaba conmigo misma, y me juraba no volver a cometer el mismo error, entonces, me tomaba el próximo juego con más calma, controlando mi ansiedad de ganar la partida. Miraba a mi contrincante decidiendo si era ganable o no, si decidía que le ganaba sólo por algún detalle visible para mí que le hacía ser ganable, le ganaba. Si  de algún modo me lograba intimidar, sólo de presencia, inevitablemente perdía.
En qué irá?
Ganar o perder. Qué se pierde cuando ser pierde?, qué se gana cuando se gana?
Habrá algún cambio químico de orden hormonal, o algo por el estilo que haga la diferencia?
En qué afecta, cuando lo que se gana o se pierde no tiene mayor trascendencia?
Es el hecho, es el orgullo, es el ego? Qué?
Cuestión de suerte o prestigio?
Pero cuando se tienen todas las intenciones de hacer las cosas bien, lo mínimo que espero de la Carioca de la vida es que me ponga las cartas precisas en el maso para bajarme con honores y completar mi proyecto de vida.
No es pedir demasiado, o sí?

No hay comentarios:

Publicar un comentario