Páginas

lunes, 1 de noviembre de 2010

Catarsis

He sido hija única toda mi vida, desde que puedo recordar.
He sido sobre protegida desde que tengo memoria.
Y toda la vida me he sentido sola.
Hasta que comprendí que todos más que estar solos, todos somos solos. Nacemos siendo solos y morimos siendo solos. Si nos sucede cualquier cosa que nos cause dolor físico o moral, a quién más le puede doler?
No sé si se trate de alguna clase de karma existencial pero siempre he tenido la misma sensación como la de arrastrar una especie de soledad existencial que me cubre como una especie de nube negra por sobre mi cabeza.
Últimamente he estado revisando viejas fotografías en los álbumes familiares y he notado una constante en todas mis fotos de niña, siempre tengo en el fondo una mirada triste.   Sin embargo, en el recuento final, no diría que pasé una infancia triste, pero pudo ser mejor, supongo, más feliz, más completa.
Tenía un carácter sociable, dócil, era como cariñosa pero por esas cosas de la vida tuve que aprender a  proteger un poco mis sentimientos, naturalmente a flor de piel. Con los años y la vida, tuve que refugiarme tras una coraza de hierro fundido, parapetar mi corazón tras un escudo impenetrable para no ser herida todas las veces que me he sentido despreciada en la vida, de distintas maneras.
Aprendí a sobreponerme a la mala intención de las personas, a los comentarios hirientes, a la estupidez humana, a las injusticias, al trato brusco, a la indiferencia, a las mañas, a la poca paciencia, a mil cosas que ahora siento no merecí nunca porque mi esencia era noble, tierna, blandita y suave, pero todo me convirtió en un ser ajeno, solitario, arisco, desarraigado, desapegado, indiferente, frío, distante.
Con los años, en mi periodo de silenciosa reflexión he tratado de volver a mi esencia, pero es imposible, ya no puedo volver a tras, sólo puedo hacerme consiente de cómo quiero ser idealmente, pero tampoco puedo ser como era naturalmente desde niña, ya tengo criterio y precisamente el  buen uso de ese criterio tampoco me dejaría ser tan así de cándida, si me dejara ser así, no sobreviviría ni de aquí  a la esquina.
Tengo edad para saber como quiero ser, y así tal cual soy, estoy en mi centro, pero siempre hay en mí una especie de pena autocompasiva que me hace llorar cada vez que pienso que no merecía ser tratada así.
Por qué no pude haber tenido un papá más cariñoso, más demostrativo afectivamente, por qué no pude tener un círculo social y familiar más cercano, por qué no pude asistir al baile de graduación cuando lo merecía tanto como cualquiera de mis compañeras; pasé mis ramos sino con notas sobresalientes, tampoco fueron tan malas; saqué el año cuando correspondía, limpiamente sin tachas, inmuaculada.
Nunca fui loca, ni irresponsable, siempre fui una buena niña, y sin embargo siento que haber sido así no fue suficiente.
Como que si hubiese sido mi obligación haber sido así, siempre. Mi diploma de cuarto medio nunca fue enmarcado.
Tal vez por eso no me importó terminar la Universidad, de algún modo intuí que no tenía importancia, porque no era Medicina ni Arquitectura.
Desde que nací, he sido una clase permanente de decepción por no haber nacido hombre. Como si esa hubiese sido mi culpa.
Nunca he sido de muchos amigos.
De algún modo siento que esa ha sido una ventaja para sentirme todo lo libre que me siento.
No tengo ataduras sociales con nadie, ni con la familia me siento tan comprometida.
Mañana mismo podría hacer mi maleta y mandarme a cambiar lejos y no me importaría tanto dejar atrás lo que por ahora me rodea.
Echaría de menos?
Tal vez los primeros días.
Siento que nada de lo que  está cerca es mío realmente, no me siento apegada a algo en especial.
Los comentarios de la familia, me valen lo mismo que un diente de ajo. No vivo por la familia.
Qué familia?  Desde que han ido muerto los tíos abuelos, los vínculos se han ido desmenbrando.
Hay un lote de primos en el anonimato con los que me puedo cruzar por la calle sin saber que somos parientes.
Es una lástima que así sea.
Ya nadie le importa a nadie.
Es triste, yo tenía otro concepto de familia.
Por eso, no me importará dejar a tras lo que ya ha perdido el significado para mí.
En lo que dependa de mí, quiero escribir mi propia historia y escribirla a mi manera, sin repetir los errores que he detestado toda mi vida.
Comenzar sin borrones a escribirla tal como la he soñado.
De vez en cuando es bueno hacer catarsis. Expulsar a todos los demonios, llorar hasta reventar toda la pena autocompasiva, y perdonar, perdonarse.
Mañana será otro día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario