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viernes, 10 de septiembre de 2010

La lección del día.

A la luz de los eventos recientes de mi vida he pensado en la fragilidad de la Vida, en lo iluso y vano que a veces resulta proyectarse en el tiempo, tomando decisiones por anticipado como decidiendo esto es lo que quiero hacer y es lo que haré. Y no consideramos los imponderables de siempre, aquellas eventualidades fortuitas que cambian todo radicalmente a veces.
Coincidencias?
Si es que existen.
La vida, el destino, la voluntad de Dios, un castigo. Qué?
La diferencia entre un cabezaso y un esguince cervical fue un tris. Qué hizo la diferencia?
No lo sé.
De algún modo lo esperaba. Lo veía venir en algún momento. Fiel a mi teoría de que nada puede ser perfecto.
No sé, ahora me siento un poco culpable. LLamaría yo a esa mala vibra sólo por mis inseguridades?
Nunca creí realmente que fuera real. Siempre pensé que sería apenas como un sueño. De esos breves y livianos que se tienen antes de caer en el estado más profundo, en el rem o el mor. No sé , nunca recuerdo la diferencia.
Si es que esa teoría a la que hace alusión El Secreto es cierta. Entonces, haber temido inconscientemente que un accidente pudiera ocurrir, ocurrió porque en el fondo todos lo temíamos de una u otra manera.?
Suerte que no pasó nada realmente grave, sólo daños materiales que el seguro deberá cubrir.
Pero es el hecho.
Andar por la vida con cierto temor por lo que pueda ocurrir, atraería necesariamente a la mala suerte, al peligro?
Es decir, si sentimos miedo a que algo nos suceda, es justo eso lo que nos sucede.
Algo, que en psicología estudiábamos, como "profecía autocumplida".
De ser así, eso quiere decir que la fuerza de los deseos va más allá de toda explicación lógica y racional.
Se dice también que de toda nuestra capacidad cerebral, apenas usamos un escuálido 10%.
La capacidad mental del ser humano, es materia de estudio aún, un fascinante campo inexplorado en su totalidad.
Creo que primero se descifrarán los grandes misterios del Universo antes que se desentrañen los insondables confines de la mente humana.
Debe haber un propósito en todo esto. Las cosas nunca ocurren sólo porque sí.
No sé si la lección del día la debo comprender yo.
Creo entender por donde van las señales, pero no sé si van dirigidas directamente a mí.
Yo no iba al volante, eso fue mi suerte. Iba atrás, de pasajera, con el cinturón puesto.
A propósito. En el horizonte, celeste zinc del cielo asoleado de la tarde, habían unas nubes pomposas y blancas como abundante crema batida sobre un copón de helado, sólo le faltaban las cerezas, para ser servidas a la mesa de algún goloso que disfrutára comerse toda esa crema. Precioso paisaje.
Y como lección, infiero: que lo mejor es no hacer planes.

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