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sábado, 14 de agosto de 2010

Conexiones (II parte)

Quién recuerda la escena de Matrix cuando Neo se incorpora de la crisálida placentaria cableada al sistema matriz a la que estaba conectado antes de ser despertado por Morfeo, irónicamente el mitológico dios de los Sueños, con la famosa elección de pastillas, -cuál escoges la roja o la azul-, en una inversión intencional de la típica identificación del azul con el bien y del rojo con el mal. En este caso, despertar a la verdad rebeldemente era escoger la roja.
Y si de algún modo la vida que conocemos no fuera más que un sueño, pero no al estilo engañoso y conformista de Calderón de la Barca , ni con una visión tan antisistémica como la de los hermanos Wachowski.
Pero y sí de algún modo existiera un sueño global en que estemos todos conectados, soñando o teniendo pensamientos en diferentes estilos, con distintas palabras pero que al final se podría llegar a conclusiones resumidas de una misma idea?
Tú por allá, otro más acá, yo por aquí y alguien más por ahí, quién sabe dónde, también.
A diferentes horas del día, haciendo distintas cosas, de pronto sin saber cómo, se llega a una decantación de ideas que acaban dando origen a un pensamiento redondo y luminoso, nada nuevo quizás desde una perspectiva más seria y filosóficamente profesional, tal vez, pero orgullosamente propio. Con principios compartidos, aunque simultáneamente originales.
Claro, muchas de las propias ideas a veces no son más que residuos sumados de muchas otras, que alguna vez leímos u oímos por ahí, como conchos de vino que quedan en los fondos de las copas luego de las grandes cenas en que se divirtieron los grandes, y como todo ser menor e inquieto aprendiz de grande, junta en una sola copa para beberlo al seco emulando la pose adulta, aprendiendo primero desde los vicios para devenir luego en la virtud de la experiencia de saber desde cómo no se hacen las cosas. En otras palabras más simples, echando a perder se aprende.
Porque nunca fueron suficientes las advertencias para que no metiera los dedos al enchufe, pero hasta que el golpe de corriente no me tiró sentada sobre mi bolsa de pañales no me quedó claro el por qué de tanto:NO!
Todo lo que absorbemos como información en la vida, siento como que fuera a un depósito del que no tenemos consciencia, en el que se procesa y se clasifica cada dato obtenido, a veces, organizadamente bajo nuestra propia supervisión, como cuando lo estudiamos a conciencia, e incluso lo memorizamos para que nos quede más a la mano sin necesidad de consultar los apuntes a cada rato.
Y también pareciera haber un conocimiento que nos pasa inadvertido, como colado, que no sabemos distinguir si lo traíamos en el disco duro al nacer o lo adquirimos a la pasada por ahí como de contrabando, y se quedó en nuestro sistema, echó raíces sin darnos cuenta, haciéndose parte de lo que pensamos y hasta de cómo reaccionamos frente a ciertos estímulos. En definitiva, nos determina, para bien o para mal.
Como sea, este conocimiento prestado, luego aprendido, pasa a ser propio y es el que nos marca el destino.
La forma como vemos el mundo parte de la base de este conocimiento sobre las experiencias que hemos obtenido a medida que pasa la vida.
De algún modo me resisto a dejar que mi vida tome el rumbo marcado por sólo las experiencias, cuando las posibilidades aún son tantas.
Hay tanto que siento aún debo conocer y aprender.
Pienso que para eso tengo cabeza, por qué no usarla, entonces.
Quiero ser consciente, aunque duela cada drástica decisión que tome, pero quiero que sea mi prerrogativa decidir qué es lo que quiero para mí.
La vida debe ser más que las experiencias provincianas a corto plazo, más allá de sólo un par de cuadras de distancia; debe haber más mundo allá afuera, uno más amplio, que colme mis ideas, que me sobrepase como un ola sobre mi cabeza, que ajuste a mis ideas de vivir muchas vidas en una sola, que todas mis Yo puedan desarrollarse libres y al final del día se vayan a dormir cansadas y contentas.
Por qué dejar que mi propia vida vaya como por un riel hacia una próxima parada obligada cuando yo quiero que mi máquina siga en marcha.
Quiero llegar a los lugares que tengo marcados en mi mapa. Quiero tener tiempo para bajarme en todos, pasar el tiempo suficiente para conocer de cada uno, todo.
No es mucho pedir, o sí?



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