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sábado, 31 de julio de 2010

La vida sigue.

No me quiero quedar pegada, no quiero llega a ser una pobre vieja patética y ridícula.
Debo buscarme mi propia vida, lo sé. Y continuar, siempre avanzando, pero es tan difícil no tentarse de mirar de vez en cuando atrás.
Dar un vistazo de vez en cuando pero no quedarse mirando como estúpida, boquiabierta como gato en la carnicería hacia el pasado.
Cuando comienzo a sentirme nostálgica y recuerdo su mirada, sus besos, sus manos en mi cuerpo, pienso en que ahora debe estar manoseando a otra, y de inmediato me repito: -"Que haga lo que quiera, no me importa."- Como si fueran las palabras mágicas para desaparecerlo de mis pensamientos.
Cuando dejaré de pensar en él, de desear llamarlo aunque sea sólo para oír su voz.
Si hubiésemos terminado peleados, odiándonos a muerte tal vez habría sido más fácil.
Nunca me habían finiquitado, yo había sido siempre la que daba el corte y tampoco antes había terminado aún queriendo, y queriendo del modo amando.
Es cierto, y tiene toda la razón, no lo puedo discutir, no tengo argumentos más de peso que la verdad: "-no es el momento-". Ni para él , ni para mí.
Y como lo quiero del modo amando, no puedo menos que contentarme con su propia felicidad y bienestar. Para qué hincharle más las pelotas.
Será mejor si sigo con mi vida. Hay mucho que tengo que hacer.


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