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viernes, 30 de julio de 2010

Hay tanto que he almacenado en mi cabeza, y todo quiere salir de pura vanidad al mismo tiempo.
Pero ahí está la calidad de mi filtro y tengo la mano en el freno. Debe ser un buen signo de ya no ser la misma entusiasta ingenua de siempre.
No hay nada más relajante en este momento que tomar un baño caliente, sumergirse dejando sólo la nariz afuera del agua. Oír sólo el tumb-tumb del corazón y la voz interior de los pensamientos, tan contradictorios y verborréicos como yo.
Creí que la desazón ya había pasado, y que con sólo tratar de convencerme de que mi enfoque es hacia delante y no para los lados, sería suficiente.
Maldito corazón que siente, por qué, si el corazón debe sólo mandar la sangre a mi cerebro.
No quiero seguir pensando en lo que jamás será. Pero si hubiese a caso una milésima de posibilidad de recuperar lo que era? La tomaría?
No depende de mí, por completo. Eso es claro.
Cómo borrarlo todo y comenzar de nuevo.
Tal vez lo mejor sería no volver sobre los pasos, sino escoger otro camino.
Linda experiencia, la más rica en años. Pero analizándola fríamente, qué tenemos.
A menudo siento que el fondo no es mejor que la forma, o que el contenido no es mejor que el envase. Es decir, la sensación misma de sentirse atraída, enamorada o lo que fuese que me sentí por esos días, como ligeramente nerviosa todo el tiempo, sin ganas de comer como con la boca del estómago contraída, cualquier cosa la relacionaba como que tenía que ver con lo que estaba pensando o sintiendo, considerándolo un mensaje del Universo o de Dios, qué sé yo. Andaba con la cabeza en mis pensamientos, no entre nubes, pero sonaría más bonito así. (Ahora entiendo la gracia de los cliché).
Difícil me resultaba no olvidar lo segundo que tenía que hacer luego de acabar lo primero que estaba recién haciendo.
Pensar en otra cosa que no fuera recordar la visión de verle ahí tan cerca, tan para mí, hacía que mi día fuera más llevadero lejos de su presencia.
Ha pasado ya más de un mes y aún soy capaz de sentir en mi boca sus besos.
Nunca como antes me sentí tan valiente ante la posibilidad de poner en bandeja mis sentimientos, así simplemente, sin vergüenza, sin secretos.
Fue un sentimiento que por primera vez me atreví a expresar. De eso me siento satisfecha.
Sólo que no consideré los imponderables de siempre. Estaba tratando con alguien real, no era un personaje de una de las historias que he escrito para pasarme el tiempo ocioso de mi mente.
Es mejor que haya acabado antes de que agarrara más vuelo, por el bien de ambos.
Siempre nos quedará el cariño.
Es aún un niño haciendo la vida de un hombre. Cumple sus sueños de infancia, se ha convertido en el héroe de historieta que siempre quiso ser, sólo que ahora es en serio, cada vida que salva y recupera es algo serio para él.
Es lo más parecido que he conocido al sueño frustrado de mí misma.
Tal vez por eso me dejé llevar por el viento hacia sus brazos.
Fue bonito mientras duró.
Agradezco a la Vida haberle conocido.
Buena suerte y adiós, amor.

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